Una palabra viajó por la mente,
un poema se hizo a la mar interna
en una hoja quise plasmar las huellas,
la arena se esconde en el pensamiento.
El espejo del alma yace ahí;
la sombra del sauce dibuja los sueños
fantasiosos de un verso que carcome
la piel cansada con lágrimas poéticas.
Las ramas del sauce ondearon sus misterios,
con el viento emigraron los pájaros;
las gotas de lluvia crecieron en el mirador
golpeando la puerta del alma sedienta de amor.
El soñador introdujo los versos tristes
del alma sedienta de fantasías;
las alas perdieron la fuerza interna
de la imagen de la libertad.
El hombre luchaba por alcanzar la luz.
La esclavitud lo amarraba a la caverna;
la ignorancia lo condujo al laberinto
lleno de caminos sin un amanecer.
El hombre cerró los ojos al instante.
El pensamiento se deslizó angustiado
solicitando una respuesta creadora;
el poema se hizo cómplice del amor.
El soñador abrió su mente fantasiosa.
Los versos engendraron alas para volar
cual águila inspiradora de belleza angelical.
Los pensamientos proyectaron imágenes de vida.
Por Luis I. Rodríguez
un poema se hizo a la mar interna
en una hoja quise plasmar las huellas,
la arena se esconde en el pensamiento.
El espejo del alma yace ahí;
la sombra del sauce dibuja los sueños
fantasiosos de un verso que carcome
la piel cansada con lágrimas poéticas.
Las ramas del sauce ondearon sus misterios,
con el viento emigraron los pájaros;
las gotas de lluvia crecieron en el mirador
golpeando la puerta del alma sedienta de amor.
El soñador introdujo los versos tristes
del alma sedienta de fantasías;
las alas perdieron la fuerza interna
de la imagen de la libertad.
El hombre luchaba por alcanzar la luz.
La esclavitud lo amarraba a la caverna;
la ignorancia lo condujo al laberinto
lleno de caminos sin un amanecer.
El hombre cerró los ojos al instante.
El pensamiento se deslizó angustiado
solicitando una respuesta creadora;
el poema se hizo cómplice del amor.
El soñador abrió su mente fantasiosa.
Los versos engendraron alas para volar
cual águila inspiradora de belleza angelical.
Los pensamientos proyectaron imágenes de vida.
Por Luis I. Rodríguez
Querido amigo Luis las palabras siempre viajan por la mente… pues que sería de nosotros si no se elaborara esa respuesta, hay respuestas que salen del alma otras no, como tú sabes la poesía hay que sentirla para plasmarla, pero no necesariamente vivirla. No sé si me explico. Subí un poema dedicado a una amiga y ya me preguntaron si reflejaba algo de mí, pues no, les dije, yo me pongo dentro de la piel de mi querida amiga y lo vivo, porque sé que está sufriendo y lo que intento hacer –que me puedo equivocar- es ponerle un poco de vida y luz como tu bien dices…Esa luz que se ve al final. Este último que subí, miré los ojos de la imagen y empecé a escribir…salió esa poesía, por ello no lo estoy viviendo…me imagino una angustia, un dolor interno, que más te puedo decir.
ResponderEliminarLas respuestas casi siempre hay que dejarlas venir por su peso, el destino de las personas solo Dios lo sabe, el es el que manda en el destino que nos tiene preparado a todos los seres vivos.
Hay palabras que abren el corazón, seria de personas inhumanas el no sentirlas, es evidente que hay palabras que dan aliento y esperanza en los poemas como las hay que desalientan.
Tus poemas siempre sorprenden y uno no tiene esa capacidad que tú tienes para exponer. Perdona por la extensión de mi comentario, como te dije…siempre sorprendes.
Un abrazo desde Galicia