Las estrellas brillan en el firmamento
y la luna silenciosa extiende sus brazos
al hombre con la ternura de una flor de azahar,
el poeta se ilusiona con la música natural...
El pensamiento penetra en el laberinto de la vida
exaltado por la belleza..., se asombra,
el alma vibra con la diversidad de cristales,
el espejo proyecta una imagen en el crepúsculo
de sí...
Mi creación sedienta lucha por ser ella,
el árbol busca la cima en compañía,
el diamente transforma el espíritu aventurero,
el agua cristalina calma la sed en amor...,
al anochecer...
La música de la noche proyecta su misterio,
mi ser angustiado escucha una sinfonía celeste,
la mar de la vida guía mi nave espiritual
en el silencio del sueño purificador...
La luz de la montaña clarea el espíritu,
el silencio de los pájaros inquietan los versos
de aquellos fantasiosos pensamientos que fluyen
con el esplendor de lo sencillo y cotidiano...
Por Luis I. Rodríguez
Hermoso poema donde las estrellas alumbran el camino a seguir. Y la luz de la alta montaña…transforma el espíritu que busca la paz… en un mundo caótico.
ResponderEliminarUn placer leerte Luis.