Las olas danzan en la oscuridad,
una brisa golpea mi alma en silencio y
los árboles lloran con tristeza
la caída de sus tiernas hojas al vacío.
Estoy imaginando aquella fuerza natural
rompiendo la belleza sin compasión,
las rocas lloran desconsoladas
de esos golpes del ser y del no ser.
Observo las lágrimas del alma
que caen por el acantilado,
una lección de vida invade
la proyectada destrucción del ser.
El hombre está lamentando la destrucción
con la mirada puesta en el horizonte;
La fuerza humana lucha solidaria
procurando vencer el misterio,
una plegaria alarga sus ramas de savia
transmutada en el sol naciente de esperanza.
El hombre levanta su mirada
clamando piedad por su desnudez,
el clamor implora con alas del viento
esperando el polen del nuevo amanecer.