Tus huellas, impactan en el silencio del alma,
estremecen el interior
de la conciencia en el constante
peregrinar del pensamiento.
Las peregrinas huellas suavizan
la sensibilidad de los sentimientos
en mudas palabras que proyectan la magia
de la fantasía en un esbelto cuerpo celeste,
dulce compañía al amanecer...
¡Qué ilusión se encamina hacia el lecho
vacío y frío de un nuevo día!
Tus pensamientos son una fuerza imaginaria,
perspectiva de un camino en la montaña,
vaivén de una ondulación corporal,
imagen reluciente de un símbolo de luz
en el laberinto de la vida, encrucijada del árbol
que sombrea su imagen escuchando
el silencio de la noche que ofrece
el cuerpo con sus ramas
para ascender al césped vivencial
de una ensoñación al amanecer...
¡Qué ilusión se permea en la fatiga
al oír llorar el árbol pensante!
Me pregunto si todo árbol pensante
puede escuchar el sonido de la naturaleza
y la vibración del alma, cuando recorre
la fúlgida noche y busca la paz interior...
¡Qué tristeza el árbol pensante no
ha dejado huellas en su caminar!
Por Luis I. Rodríguez
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