Se escucha un leve sonido
en el rincón del teatro de la vida,
un surtidor de vida presagia
el impulso de un aroma de flor
idealizada en el encanto del pensar,
una leve nota musical se escucha
en la profundidad del ser.
La orquesta prepara su melodía sedienta
de vaivenes en la mente lúcida que
vence la oscuridad con la ideación de
una serenata de pasión en
el advenimiento de la luz en pensamiento.
Las notas musicales recorren las aristas
de la cabellera escondida y sin gracia
en el escenario de la vida
el teatro del absurdo proyecta su imagen
en el muro de la oscuridad y los fantasmas,
el peregrino parece ver la realidad ficticia
en el encuentro consigo mismo.
La música levanta su grito de protesta,
en el escenario tiembla el hombre,
desconoce la razón de ser de la proyección,
un sinsentido abruma su quehacer sombrío
y la música siembra una transformación espiritual,
el pensamiento deviene en el transcurso
una razón, un sentido de vida, una luz.
La música encanta la mente extraviada y
reclama una dialéctica de lucha y ensoñación,
la realidad sombría es un espejismo
en el caminar sereno del hombre,
y la música encanta la imaginación
con la vibración de las notas de la naturaleza,
despertando del letargo al hombre,
proyección de vida, de misterio y poesía...
Por Luis I. Rodríguez
en el rincón del teatro de la vida,
un surtidor de vida presagia
el impulso de un aroma de flor
idealizada en el encanto del pensar,
una leve nota musical se escucha
en la profundidad del ser.
La orquesta prepara su melodía sedienta
de vaivenes en la mente lúcida que
vence la oscuridad con la ideación de
una serenata de pasión en
el advenimiento de la luz en pensamiento.
Las notas musicales recorren las aristas
de la cabellera escondida y sin gracia
en el escenario de la vida
el teatro del absurdo proyecta su imagen
en el muro de la oscuridad y los fantasmas,
el peregrino parece ver la realidad ficticia
en el encuentro consigo mismo.
La música levanta su grito de protesta,
en el escenario tiembla el hombre,
desconoce la razón de ser de la proyección,
un sinsentido abruma su quehacer sombrío
y la música siembra una transformación espiritual,
el pensamiento deviene en el transcurso
una razón, un sentido de vida, una luz.
La música encanta la mente extraviada y
reclama una dialéctica de lucha y ensoñación,
la realidad sombría es un espejismo
en el caminar sereno del hombre,
y la música encanta la imaginación
con la vibración de las notas de la naturaleza,
despertando del letargo al hombre,
proyección de vida, de misterio y poesía...
Por Luis I. Rodríguez
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