Abrí mis ojos y sentí
el nido de tu amor
suave, tranquilo, señorial.
Soplaba una brisa pasajera
con el aleteo de un pensamiento,
una imagen vivencial para el hombre.
Descubrí la presencia del nido
de mi infancia y con él,
la cosmicidad a plenitud...
El nido del amor retó
al buscador de ilusiones a
descubrir el escondite
de la vida alada,
de la imaginación en paz...
Por Luis I. Rodríguez
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