En la oscura noche,
la angustia de los dioses
retumba en el ambiente
con sollozos de rayos
emanados cual energía diabólica.
Una figura absorbente
penetra en la tierra;
los árboles humanos
ondean y mecen
sus hojas impotentes
ante la fuerza natural.
Y la sonrisa ahonda
la llamarada de alegría
al ver traspasar el horizonte;
una nube obscura circunda
nuestro frondoso árbol.
Las ramas se agitan y
las hojas caen como piedras,
revotando cual cristales
de pensamientos sin razón,
colocando al descubierto
una nueva ideación.
Tempestad de vida,
tempestad de sentido,
luz energizante del árbol
que danza al son de la brisa
en el nocturnal palacio natural,
un grito clama en la profundidad,
una leve lluvia acaricia las ramas,
una hoja levanta el vuelo
del nido cual sonrisa femenina
encantada que alegra el silencio
con preguntas sin razón
en el tortuoso camino
de la diferencia humana.
Árbol de vida,
ramas de sentido,
hojas de pensamientos
en la oscilación,
la diferencia
humana.
Por Luis I. Rodríguez
la angustia de los dioses
retumba en el ambiente
con sollozos de rayos
emanados cual energía diabólica.
Una figura absorbente
penetra en la tierra;
los árboles humanos
ondean y mecen
sus hojas impotentes
ante la fuerza natural.
Y la sonrisa ahonda
la llamarada de alegría
al ver traspasar el horizonte;
una nube obscura circunda
nuestro frondoso árbol.
Las ramas se agitan y
las hojas caen como piedras,
revotando cual cristales
de pensamientos sin razón,
colocando al descubierto
una nueva ideación.
Tempestad de vida,
tempestad de sentido,
luz energizante del árbol
que danza al son de la brisa
en el nocturnal palacio natural,
un grito clama en la profundidad,
una leve lluvia acaricia las ramas,
una hoja levanta el vuelo
del nido cual sonrisa femenina
encantada que alegra el silencio
con preguntas sin razón
en el tortuoso camino
de la diferencia humana.
Árbol de vida,
ramas de sentido,
hojas de pensamientos
en la oscilación,
la diferencia
humana.
Por Luis I. Rodríguez
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