La angustia está ahí,
tocando el umbral de mi ser,
una gota de sudor recorre el camino,
un pensamiento emerge del vacío.
Tu presencia resplandece en oscuridad,
mi mano palpa en el vacío tu cuerpo,
siento la levedad de tu figura
caminando en la oscura habitación.
Mi mano huye de tu figura,
un frío abraza los extensos dedos,
el cuerpo parece huir de sí mismo,
un ruido tormentoso inquieta al observador.
Angustiado, tembloroso,
no sé qué pensar en el momento.
Una nube errante recorre el ambiente
indagando por el sentido humano.
Siento latir la inquietante noche
corriendo presurosa y solitaria.
Una ventana se abre de repente,
la hija silenciosa abre las alas de libertad.
Y la nube errante duerme plácida,
escondiendo su ser en el ventanal,
un hilo de humo acompaña tu hermosa figura
en el resplandor al amanecer.
Un rítmico grito se escucha,
un alcaraván retumba en mi ser,
todo cuanto existe es señal
de tu esplendoroso ser.
Por Luis I. Rodríguez
tocando el umbral de mi ser,
una gota de sudor recorre el camino,
un pensamiento emerge del vacío.
Tu presencia resplandece en oscuridad,
mi mano palpa en el vacío tu cuerpo,
siento la levedad de tu figura
caminando en la oscura habitación.
Mi mano huye de tu figura,
un frío abraza los extensos dedos,
el cuerpo parece huir de sí mismo,
un ruido tormentoso inquieta al observador.
Angustiado, tembloroso,
no sé qué pensar en el momento.
Una nube errante recorre el ambiente
indagando por el sentido humano.
Siento latir la inquietante noche
corriendo presurosa y solitaria.
Una ventana se abre de repente,
la hija silenciosa abre las alas de libertad.
Y la nube errante duerme plácida,
escondiendo su ser en el ventanal,
un hilo de humo acompaña tu hermosa figura
en el resplandor al amanecer.
Un rítmico grito se escucha,
un alcaraván retumba en mi ser,
todo cuanto existe es señal
de tu esplendoroso ser.
Por Luis I. Rodríguez
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