La mariposa está sedienta,
la rosa resplandece al salir el sol,
sus pétalos llaman al ser amado
deleitándose en el atlas de la vida.
¡Cómo la miraba el campesino
al viajar una ilusión en el velero!
Las hojas de la rosa mutan
de alegría al sentir tanta belleza.
Los niños asombrados contemplan la rosa,
describen su energía como el rayo del sol.
¡Cómo el velero de energía
se pierde en el horizonte humano!
La mariposa está absorta con la rosa
radiante de plenitud y de verdad.
Nadie descubre tanta belleza sino
al penetrar al interior de sí mismo.
¡Cómo en el horizonte humano
se descubre la belleza interna!
Los ocelos penetrantes invitan
al éxtasis en profundidad.
Un aleteo ocasional vibra la imagen
de aquel fluir en profundo amor.
¡Cómo la belleza interna
penetra la ternura humana!
La belleza interna se funde
en la brisa del mar de la tarde,
el rojo encendido se abre a los ojos
posibilitando la dimensión de la intimidad.
¡Cómo las nubes van llorando
las gotas de intimidad!
Por Luis I. Rodríguez
la rosa resplandece al salir el sol,
sus pétalos llaman al ser amado
deleitándose en el atlas de la vida.
¡Cómo la miraba el campesino
al viajar una ilusión en el velero!
Las hojas de la rosa mutan
de alegría al sentir tanta belleza.
Los niños asombrados contemplan la rosa,
describen su energía como el rayo del sol.
¡Cómo el velero de energía
se pierde en el horizonte humano!
La mariposa está absorta con la rosa
radiante de plenitud y de verdad.
Nadie descubre tanta belleza sino
al penetrar al interior de sí mismo.
¡Cómo en el horizonte humano
se descubre la belleza interna!
Los ocelos penetrantes invitan
al éxtasis en profundidad.
Un aleteo ocasional vibra la imagen
de aquel fluir en profundo amor.
¡Cómo la belleza interna
penetra la ternura humana!
La belleza interna se funde
en la brisa del mar de la tarde,
el rojo encendido se abre a los ojos
posibilitando la dimensión de la intimidad.
¡Cómo las nubes van llorando
las gotas de intimidad!
Por Luis I. Rodríguez
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