De la inmensidad del mar y del cielo
emerge un misterio profundo,
la soledad extiende su hálito,
la existencia sonríe en el tiempo.
La aurora del cielo despierta la mente,
los rayos matutinos encienden la flor del amor.
La aurora del mar despliega su incesante color,
la fría brisa iriza la mente humana.
Las figuras de las nubes en el cielo
invitan al hombre a contemplar,
las figuras del agua en el mar
golpean la esclavitud humana.
La inmensidad celeste transporta
un pensamiento a la eternidad,
la inmensidad marina soporta
la adversidad del hombre.
Los rayos del sol y la luna fluyen
serenos como el pensamiento humano,
la inmensidad inquieta al hombre
con el beso del amor, la eternidad.
Por Luis I. Rodríguez
emerge un misterio profundo,
la soledad extiende su hálito,
la existencia sonríe en el tiempo.
La aurora del cielo despierta la mente,
los rayos matutinos encienden la flor del amor.
La aurora del mar despliega su incesante color,
la fría brisa iriza la mente humana.
Las figuras de las nubes en el cielo
invitan al hombre a contemplar,
las figuras del agua en el mar
golpean la esclavitud humana.
La inmensidad celeste transporta
un pensamiento a la eternidad,
la inmensidad marina soporta
la adversidad del hombre.
Los rayos del sol y la luna fluyen
serenos como el pensamiento humano,
la inmensidad inquieta al hombre
con el beso del amor, la eternidad.
Por Luis I. Rodríguez
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