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jueves, 24 de diciembre de 2009

LUCHA EN EL DESIERTO





El sol proyecta sus candorosos rayos,
la naturaleza absorbe la energía.

El hombre lucha en el desierto
desilusionado de su quehacer
cotidiano,
reflejando la imagen de
un mundo cosificado.
El pensar es un no -pensar,
la indiferencia está destruyendo

la estructura del ser, la existencia...
El hombre está perdiendo la libertad...


Por Luis I. Rodríguez

viernes, 30 de octubre de 2009

EL ECO...



El eco de tus pensamientos
transforman el caminar,
el amor sonríe al vaivén
de un árbol frondoso
con semillas de valores...

En el eco de las palabras,

el hombre investiga el sentido;

un sinsentido, una diferencia
engendra un ideal
constructor.
El eco de tu sonrisa

denota constancia, alegría,

perseverancia, humildad...
El eco de tus sueños

proyectan la fortaleza

al caminar en compañía...

En tu caminar hay seguridad;

el camino se transforma

al vencer los obstáculos
de la indiferencia y el egoísmo...
La muerte es la amiga del espejo,

reflejo del miedo y la apariencia;

la máscara penetra el ambiente
señalando la figura pétrea
que
yace a la vera del camino...

El eco de la muerte espera

el llamado de la tristeza

al abrazar la oscuridad...
El latido del corazón
acrecienta la agonía,
un pensamiento
nace al son de
la luna.

Por Luis I. Rodríguez

miércoles, 20 de mayo de 2009

EL SILENCIO EN EL BOSQUE...




El silencio penetrante en el bosque

estremece e interroga al visitante.
En la proyección,
una sombra recae
cual figura embrujante.
El sonido de un cántaro
retumba en el vacío

llamando al ermitaño,
observador incansable

del horizonte humano.
La sombra sigue al principiante,
siendo una proyección de sí mismo;
un espejo devorador yace persiguiendo
el pensamiento de un quehacer angustiante
cual mariposa danzante en la búsqueda
de la muerte azul de los rayos luminosos
proyectados en el existir.
El bosque escucha los gritos,
los lamentos son la sospecha de la indiferencia,
la sombra es un espejo reflector
de nuestra sordidez y vacuidad.
El hermano árbol escucha la ideación poética y
se vuelve sordo ante nuestra incredulidad,
es insensible como el vetusto talador,
cuya destrucción enseñorea al amo
de la esclavitud de sí mismo
y sobrevive a los sobrevivientes
al esperar el sentido de Libertad.

Por Luis I. Rodríguez