La Literatura es siempre una
expedición a la verdad.
Franz Kafka
El hombre se realiza existiendo y proyectando una imagen positiva del “mundo de la vida”. El quehacer humano es constante y vislumbra posibilidades de ser. El hombre debe saber cuestionar. O como dice Martín Heidegger, “saber cuestionar significa saber esperar, aunque sea toda una vida”.
Toda creación humana es una “construcción” que genera una comunicación, un diálogo, una apertura a seguir ideando el propio discurso, que se produce en la realidad humana. Con razón dice Heidegger, “el hombre no es nada, sino lo que hace de sí mismo; este hombre es el dueño de sí y sobre él descansa la responsabilidad total de su existencia”.
El discurso personal es la postura inteligible de la proyección de la obra de arte a través de la palabra. Con razón la Literatura “es una forma de la alegría, porque con ella se está gozando y se estará oyendo la voz de alguien, la voz del autor, esa voz que llega a nosotros” – nos comenta Jorge Luis Borges.
La Literatura es la expresión de la vida y se hace vida en las imágenes proyectadas. Pero la sociedad está en crisis y el protagonista está alejado de sí mismo, de los valores y de las esperanzas. El hombre está adormecido por las circunstancias industrialistas y por los avances tecnológicos. Hoy, el ser humano es un ser productor de mercancías, que vive con el signo de la violencia y está atravesado por la frivolidad del consumismo.
El quehacer filosófico está determinado en saber esperar y saber despertar del letargo intelectual, proyectando al hombre a la rebelión contra esa “cultura de la violencia”. El hombre es pregunta. El hombre está ahí para saber cuestionar.
Por Luis I. Rodríguez
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