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sábado, 1 de agosto de 2009

EN SILENCIO...




La arena del desierto es para el viajero fatigado
lo mismo que la conversación incesante
para el amante del silencio.
Proverbio persa


El silencio es una revelación divina.
El silencio es el éxtasis del corazón adolorido.
El silencio es la plena conciencia de escucha total.

El silencio es la fuerza real de sentir lo que somos.
Siempre será una puerta abierta
de la manifestación de sí mismo en el tiempo.

El silencio es la proyección del vacío existencial…
Una fuerza progresiva en sobresalto
impide a la luz interior dar frutos: liberación y profundidad…

En el silencio el alma se estremece
escuchando el cántico del viento que
acaricia el rostro humano.

En el silencio se escucha el lamento del ‘otro’.
En silencio el hombre pregunta, la bruma interior estalla,
brotando una palabra de amor.

El silencio es el viaje interior del hombre,
observando los rayos resplandecientes de Dios y
descubriendo el valor de su inmenso amor…

Por Luis I. Rodríguez

viernes, 19 de junio de 2009

LA BÚSQUEDA DE UN PRINCIPIO


El agua es el elemento fundamental.
El líquido es la fuente de la vida.

El agua salió de la diosa madre de los hombres
Y a ella regresó después de poblar la tierra

Mediante su exuberante fecundidad.

Mito de Bachué



El pensamiento prefilosófico y literario de nuestros antepasados conlleva un desarrollo cultural que ha traspasado las fronteras en donde los intelectuales de hoy se sienten asombrados por su originalidad en el pensar y en el quehacer cotidiano. Las capacidades del aborigen son el fruto de la interacción con el mundo maravilloso, adoptándose a unas condiciones específicas. El hombre ya no vive en un mundo puramente físico sino que aprovecha su silencio para sentir el aroma de la vida y comenzar a justificar su presencia, danzando armónicamente en la búsqueda de sentido cósmico y antropológico.

Nuestros ingeniosos pobladores cantan a la naturaleza, admirando la belleza e ideando una purificación del espíritu. En la lucha por la subsistencia trabajan en la búsqueda de la propia identidad a través del mito , de lo maravilloso del saber. Sus expresiones manifiestan un claro conocimiento de su entorno, de sus necesidades. Por eso, “el hombre trata de ser aquello que lo asombra. Surge el ritmo al tratar de consonar con lo maravilloso. Surge la danza. Ya el danzante es aquello. Ya en él está la presencia. Es el Dios. El origen: árbol, río, bestia... y en los giros de la danza emerge el arquetipo que dará validez a los usos, a las costumbres. Surge la forma, la realidad ejemplar, la que justifica” .

Esta expresión primitiva y espontánea de la realidad tal como la percibe intuitivamente nuestro antepasado es el inicio de lo literario y de la prefilosofía. Él busca el fundamento de la quimera, encontrando modelos con los que se identifica y trata de comprender la realidad para seguir la dialéctica de lo natural.


La poesía indígena presenta una forma especial de cantar a la vida, a la naturaleza, a la creatividad. Los cantos prometen un conocimiento de búsqueda de los orígenes, de la relación al ‘Padre dios poderoso’ y de una esperanza del hombre a ‘crecer’ en unidad y armonía (Muiscas).

El poema de la creación de los indios ‘Koguis’ produce admiración por su concepción y profundidad. Lleno de imaginación, logra adentrarnos al conocimiento cosmológico de su tiempo. Los describe a ‘Aluna’, Madre del Agua – pensamiento o idea, memoria -. Los indios Huitotos siguen indagando por el primer principio. Su personaje es el ‘Padre, quien toca una quimera y la piensa para sí’. La cosmovisión tiene un carácter natural.
Estos personajes crean y estructuran su cosmología desde sí mismos y para sí mismos. Ven el mundo lleno de posibilidades. En él buscan el sentido a su destino, dando cabida al asombro, a la danza, a la fiesta, al ritmo del amor. Su lenguaje no traiciona las referencias particulares de las destrezas intelectivas y definen con autenticidad el pensar y el cantar.

El mundo del mito, de la poesía es el medio por el que puede explicar y darse a conocer ese aborigen para ser acogido, respetando la fidelidad, su sentir lúdico.
El indígena habla de un tiempo antiguo y a la vez de un tiempo mítico, que es necesario perpetuar y conocer. Pasado y presente se funden en un futuro interpretativo del destino histórico. De estos pequeños testimonios y experiencias poéticas y míticas, se deduce la fina sensibilidad de su espíritu, de su imaginación creadora, de su organización social, de su cosmovisión.

La cultura muisca forja el alma colombiana, alcanzando una conciencia de su condición humana, no comparable a animales u objetos. La valoración humana, tan esencial, se encuentra entre los mitos de Bachué y los Príncipes Creadores. El contexto cultural comprende elementos de la era matriarcal (Bachué). Su elemento vital es el agua, nacimiento, desarrollo y regreso, porque “del agua salió la diosa madre de los hombres y a ella regresó después de haber poblado la tierra mediante su exuberante fecundidad” .

La cosmovisión muisca tiene una elaboración intelectual de avanzada. El hombre tiene un origen divino y es una parte – por mínima – del mundo, que tiene sentido y pertenece a la totalidad. Su pensamiento guarda continuidad y armonía entre lo divino, natural y humano. Se da una ligazón que esclarece cada momento.

El ‘dios civilizador’ es un ser cercano y humano que pretende hacer original al hombre muisca en la toma de conciencia de su desarrollo cultural. Por eso, él no vive aislado. Está en constante interrelación económica, de comercio. De organización, de justicia y de división social.
El desarrollo cultural es de fecunda creatividad; de ser prácticos en su organización familiar y política. Reciben de Bochica “leyes y modos de vida... Les dio los preceptos morales y religiosos... Les enseñó la solidaridad humana que consistía en ayudar a los necesitados, cuidar y atender a los ancianos, velar por los enfermos...” . Existe un compromiso y una tendencia de pensamiento humano, de no-violencia, de una especialización en el trabajo, de buscar superar las inclemencias climáticas y geográficas.

El sentido de justicia muisca tiene como fundamento la valoración humana – los hombres son descendientes de la divinidad -, la búsqueda del bien común – satisfacción de las necesidades -, el respeto y la obediencia, la convivencia social y la organización de vida familiar, social, religiosa... Con ello, “lo humano es el elemento predominante en toda su vida y que sobresale como preocupación constante. El aprecio por lo humano fue su máximo valor” .


El pensamiento muisca sorprende por su elaboración y estructura concatenada a un ‘Dios creador, trascendente’ y al valor del hombre que lucha en su comunidad humana por llegar a proyectarse en una vida más plena. Ahora bien, nuestra función es la de recuperar aquellos escritos olvidados que traen un pasado lejano y desconocida para incorporarlos a nuestro devenir histórico. La palabra debe recibir un nuevo aire y calor de significados más humanos. La palabra viene a ser el principio de aquellos textos que producen satisfacción en el encuentro y desencuentro del pensar a la luz de la Historia.

Por Luis I. Rodríguez

jueves, 7 de mayo de 2009

EL SENTIDO MATERNAL



“Si dentro de ti
está la raíz del amor,
no podrá salir de ti,
sino amor”.

San Agustín

Los poemas cantan y danzan incesantes al ‘tesoro’ más preciado que camina junto de la mano con el producto del ‘Amor’. Con mirada tierna estremece al ‘ser’ de sus entrañas, haciendo palpitar la piedra existencial en procura de ternura y armonía filosofal. Un enternecedor lamento escenifica la obra teatral en la relación dialogal Madre – Hijo, prototipo de la comunicación sincera y respetuosa.

Eres, ¡Oh Madre, una fuente inagotable de energía dinámica! ¡Oh Poesía del Amor, encanto del Misterio, Filosofía de la existencia, Motor de la vida! ¡Oh Figura de la vida, dadora de la vida, siendo vida! ¡Cuántas tristezas soportas en la ventura del cosmos, mostrando un trascender en el escabroso camino hacia el Manantial! ¡Cuántas alegrías proyectas en el quehacer filial! ¡Cuántas ilusiones quisieras ver realizadas en aquéllos primeros pasos del azar matutino! ¡Cuánta ternura dada al amamantar al ser de tus entrañas! ¡Cuántas lágrimas y desvelos en la crianza de los suyos!... Eres, ¡Oh Madre, el Mar Océano! Encanto del poeta, traductora de insignes significados positivos en el itinerario de aquél ilustre ensoñador que emprende la aventura cimera del azul proyectado en la infinitud cercana.

La brisa está jugando con los rizos maternos, escondidos en el claro ondulante de un pensamiento que, cual espuma vierte conocimientos en lo cristalino del vientre.
Eres, ¡Oh Madre, - dice Carlos Pellicer - “aquel Mar pintado de azul. / El alma suelta en azul. / Azul, azul, azul. / El día jugó su as de oro / y lo perdió en tanto azul. / Y el silencio dijo en coro / Ya mañana no hay azul!”... El camino está lleno de obstáculos y de vicisitudes, no tiene un término. La lucha cotidiana emerge en un nuevo azul vida de un perfil horizonte lleno de amor, comprensión, unidad familiar, respeto, sinceridad... hacia quien aprecia y valora la compañía maternal.

Eres, ¡Oh Madre, un tesoro escondido! Guardas en tu interior ojos avizores para irradiar mensajes de nueva vida que silenciosos, proyectivos y traviesos, mostrarán al Creador, el fruto del Amor. La figura capaz de sonreír y cantar la infinita gratitud humano - divina. Un refugio de la ensoñación del caminante, de paso firme, tiende la mano para llenar de entusiasmo a quien busca nuevos soles, así como “las nubes salieron volando del sueño del Sol”.
Las hojas primaverales están creciendo en el árbol de la vida y, pronto reverdecen a la luz enérgica de una tierna mirada que agita los ágiles pensamientos de amor en luz de filial vida.

La fe maternal es la luz que brilla en la inmensidad oscura del universo. Por eso, la belleza maternal está cimentada en el corazón palpitante y en los ojos de quien mira hacia el Infinito.
Madre, eres el camino significativo que conduce hacia la Perfección. Vives con intensidad el Poder maternal, alimentando al insignificante ‘ser’ de savia hacia el pedestal de la Plenitud a la luz del Amor. Porque – como afirma Gibran Khalil Gibran - “el amor sólo da de sí y nada recibe sino de sí mismo. El amor no posee, y no se deja poseer: porque el amor se basta a sí mismo”.

Madre, eres el símbolo viviente de la felicidad y la sazón de la vida en el enseñar a volar y a defenderse en la inmensidad. Abres las ventanas de la esperanza al hijo afligido. Tiendes la mano al caído. Enseñas con ternura los valores cristianos. Sin su presencia las cosas carecen de valor real y los vuelos en la cotidianidad serán como “aquella idea ilimitada de la libertad, una imagen de la Gran Gaviota... en vuestro propio pensamiento” – como dice R. Bach -. La sonrisa que muestras es la revelación del alma que siembra el anhelo de vivir camino a la cima de la felicidad filial y al encuentro con Dios.

En conclusión, ¡Oh Madre, “conoce tu verdadero valor y no fallecerás. La razón es tu luz y tu antorcha de la Verdad. La razón es la fuente de la Vida. Dios te ha ofrendado el Conocimiento para que a su luz no sólo le adores a Él, sino que te mires a ti misma con tus flaquezas y con tu fortaleza!”.

Por Luis I. Rodríguez