Gracias... Un pensamiento extiende sus alas de libertad. Un sentimiento proyecta su razón de ser, el sueño se hace realidad en el camino sereno hacia la Montaña en el pensar.
Gracias... La palabra encuentra eco de sentidos en una poesía, un cuento o un pensamiento. La palabra fluye como el río en el mundo generando nuevas construcciones de ilusión.
Gracias... El poeta ayuda a descubrir el sentido existencial, a descubrir en nosotros el goce natural, a engrandecer el valor de nuestra intimidad a la luz de contemplar la inmensidad.
Gracias... Por entender la belleza de lo que somos, la intimidad se esclarece en el trascender, una luz guía al caminante en el peligroso camino hacia el jardín de la Montaña.
Gracias... El niño busca la luz en la Montaña, el caminante está inquieto por las preguntas. El niño exige respuestas lógicas, el caminante narra un cuento de Ilusión.
Gracias... ¡Dichoso el niño que posee sus soledades! ¡Dichoso el caminante que encuentra el camino! ¡Dichoso el lector que encuentra una ilusión! ¡Dichoso el hombre que vive en Libertad!
Un caminante está presto a emprender el viaje por los abrojos del desierto cristalino. El cuadro insignificante de un pintor paisajista, costumbrista refleja en la mentalidad comprometida un análisis y una crítica constructiva en aras de abandonar el letargo y la modorra intelectual. Parece ser que el mundo de ilusiones se desvanece al tener que romper el hielo infecundo de la palabra en el trascender humano. Un oasis se abre paso en el horizonte de la soledad hacia la búsqueda de significados, bases del edificio cultural. La visión se nubla en lamentos pérfidos al no encontrar una viviente realidad más humana.
La crisis de nuestra sociedad está marcando la deshumanización y el caos de la ‘palabra’. Los símbolos lingüísticos parecen ser instrumentos sinsentido. El significado de las acciones carece de valor por la proximidad barbárica. El hombre está perdiendo su razón de ser. La Literatura no puede llegar a ser un pasatiempo frívolo y evasor de la realidad. Por el contrario, ‘ella’ debe examinar los viajesrepresentativos de la condición humana en el cosmos. La tarea está en humanizar las relaciones interpersonales a través del uso de la palabra. El significado es el camino del encuentro personal con el ‘otro’. El ‘otro’ es mi espejo dialogal. Solamente cuando la palabra recobre su sentido real, el hombre será una palabra real.
El quehacer literario del pensante se escudriña e indaga en el ámbito de lo social. El hombre refleja su ser en la presencia del ‘otro’. Por eso, - dice Ernesto Sábato – “el individuo solo no existe: existe rodeado por una sociedad, inmerso en una sociedad, sufriendo en una sociedad, luchando o escondiéndose en una sociedad”[1].
La historia del hombre en la sociedad es una aventura cósmica, antropológica, epistemológica, axiológica y óntica en la búsqueda del sentido existencial. Todos pretendemos una salida digna a nuestras quimeras. Nuestros viajes parecen ser innecesarios e ilegítimos. Nadie enseña a viajar, a volar. Todos poseemos unas alas invisibles.
Aleteemos y dancemos al vaivén del pensamiento. Las ilusiones están ahí y ahora. El viajar posibilita descubrir el camino del laberintoinquietante en la descripción de nuestrasdimensiones protagónicas en el quehacer literario y filosófico. “Viajar es siempre un poco superficial. El escritor de nuestro tiempo debe siempre ahondar en la realidad. Y si viaja debe ser para ahondar, paradojalmente, en el lugar y en los seres de su propio rincón”[2].
La historia de las ideas en el ámbito de la Literatura estará henchida de perennesviajes al significar nuestro yo en el mundo histórico. Desde ya, aprendamos a armar nuestra baca de ilusiones. La osadía ahondará la fuerza misteriosa del atrevimiento y del encantamiento personal. El asombro estará al amanecer, descubriendo la razón de la existencia viajera, dando frutos a la luz de los signos. Elprincipiante – Usted / lector - tiene que aprender a sentir y a valorar la presencia significativa del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, cuando sale de la aldea en defensa de los débiles, resaltando los ideales caballerescos en las tres salidas al campo y reflejando su fe en los valores morales, espirituales. El pensamiento filosófico que guarda la obra enfrenta los conflictos existentes entre el idealismo quijotesco y el realismo de Sancho. Es verdad, cada cual guarda en su interior la personificaciónde Don Quijote y algo de Sancho, como aquél ser formado de un alma espiritual y de una carne perecedera[3].
El viaje del escritor guiará al curioso lector en el laberinto del ‘mundo de la vida’. La luz que emanan las palabras se transforma en cimientes del edificio discursivo propio. Nuestra tarea es irtras de imposibles y disparatadas quimeras hacia la fáctica inteligibilidad axiológica. Así como “la tarea del escritor sería la de entrever los valores eternos que están implicados en el drama social y político de su tiempo y lugar”[4].
El principiante estará guiado por la invención maestra de aquel proyector de ‘situaciones excepcionales’. Guiados por el encantador, avancemos con Odiseo camino de Ítaca, venciendo los obstáculos impuestos por los dioses y lanzando una mirada al Infinito en señal de grandeza y sencillezpor encontrar los caminos claroscuros del destino final: la felicidad, el encuentro consigo mismo. Como afirma Ramón García D. “nadie como él habrá de arrastrar mayores aventuras y desventuras para llegar a Ítaca. Su viaje será el más largo y penoso de cuanto hombre alguno pudo emprender, pero al final logrará abrazar a su esposa e hijo”[5].
El viaje tiene que trascender las entrañas del hombre. La historia concretiza un momento existencial en el deambular del significado. El hombre pensante tiene que ejercitarse en una hermenéutica del vivir. Con razón, “el poeta que contempla un árbol y que describe el estremecimiento que la brisa produce en sus hojas, no hace un análisis físico del fenómeno, no recurre a los principios de la dinámica, no razona mediante las leyes matemáticas de la programación luminosa: se atiene al fenómeno puro, a esa impresión candorosa y vivida, al puro y hermoso brillo y temblor de las hojas mecidas por el viento”[6].
La cotidianidad no esefímera, sino que, es el motor y el producto razonado de las transformaciones cíclicas en las que, elprotagonista - lectorvislumbra un trascender en el ámbito de la Historia concreta del ‘ser’. Por eso, “en medio del desastre y del combate, inmersos en una realidad que cruje y se derrumba a lo largo de las formidables grietas, los artistas se dividen en aquellos que valientemente se enfrentan con el caos, haciendo una literatura que describe la condición del hombre en el derrumbe; y los que, por temor o asco, se retiran hacia sus torres de marfil o se evaden hacia mundos fantásticos”[7].
El viaje literario encarna una constante búsqueda de tesoros posibilitantes: las utopías.Cada cual busca el estro poético en la caja misteriosa del argumento de la vida. El itinerario ideado despertará al hombredel caos, lanzándolo a la búsqueda de la plena significación existencial cuando aprenda a dar testimonio de su realidad viviente y revele algo de lo desconocido a través del lenguaje y del ‘otro’ rumbo a la felicidad. Es - recordando el canto de la Odisea - en el que Ulises logra arribar a las costas de Eolia, ganándose la voluntad divina, “Eolo trabó profunda amistad con Ulises y, al despedirse, le entregó todos los vientos adversos encerrados en un gran odre, haciendo que una bonancible y poderosa brisa hinchase sus velas rumbo a Ítaca”[8].
El viaje programado evidenciará el testimonio dramático de aprender a generarideas que transformen la crisis de la sociedad y crezca la Literatura,- como dice Sábato - “esa híbrida expresión del espíritu humano que se encuentra entre el arte y el pensamiento puro, entre la fantasía y la realidad, puede dejar un profundo testimonio de este trance, y quizá sea la única creación que pueda hacerlo”[9].
El viaje literario programado palpa - a través de la ‘palabra’ en las obras - la relación existente entre el idealismo y el realismo, entre el subjetivismo y el objetivismo. La problemática humana irrumpe en el quehacer epistemológico en la búsqueda de sentidos. La Literatura alerta al hombre a indagar por la soledad, la vida, la existencia, la nada, la dialéctica... y, problematiza ala tecnología en su afán por destruir al hombre; a las Ciencias por las investigacionesdeshumanizantes... El hombre se ha vuelto enemigo de sí mismo y de su congénere. El ‘otro’ se ha cosificado. Las cosas han adquirido valor y las palabras son sinsentidos o fantasmas a la vera del camino.
El viajero tendrá que ser aquella gaviota planeadora surcando el firmamento, ideandoquimeras humanas en pro de la Cima y de la Verdad.
[1] SABATO, Ernesto. El escritor y sus fantasmas. Editorial Seix Barral S.A. Barcelona, 1997. Pág. 16.
La ‘palabra’ es la magia de la Poesía. La vida del hombre está llena de creación e ingenio. Ella es el crecimiento de ‘sentidos’ en el fundamento del existir. La Poesía es vida y se hace vida en el contexto individual y colectivo. Ella guarda en su intimidad la musicalidad de la naturaleza y la entonación vibradora del pensar cotidiano.
La Poesía es la oscilación y la proyección del no - ser en el ser, del sin sentido en el sentido, de lo inhumano en lo humano... Cada verso es la vibración del alma que lucha por el sendero obscuro que acompaña al solitario caminante en la búsqueda del Supremo Ser.
Por la Poesía asistimos a la sublime expresión de la ‘utopía’. ¡Quién no piensa ‘utopías’! Vivimos acompañados y guiados por el pensamiento poético de Fernando Pessoa. Por eso, la invitación proyecta la imagen de “Para ser grande, sé entero”:
“Para ser grande, sé entero: nada
tuyo exageres o excluyas.
Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
en todo lo mínimo que hagas.
así la luna entera en cada lago
brilla, porque alta vive”.
La Poesía es el camino de la utopía en la construcción de un discurso cifrado y profundo en la significación temática. Por eso, ella es el encanto del sentimiento que en la intimidad posibilita la placidez del pensamiento en liberación interior. Aprender a pensar es un trabajo cotidiano que toda mente despierta realiza en consonancia con la madre naturaleza.
Somos un ‘disfraz’ que genera sonrisas, tristezas, aventuras, sueños profundos.En fin, F. Pessoa maneja al dócilprincipiante cuando afirma que
“El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente.
Y, en el dolor que han leído,
a leer sus lectores vienen,
no los dos que él ha tenido,
sino sólo el que notienen.
Y así en la vía se mete,
distrayendo a la razón,
y gira, el tren de juguete
que se llama corazón”.
Es decir, la Poesía es Autopsicografía.
Las ideas afloran al tenor de un ilustre pensador que quiere cambiar el letargo en un juego de palabras en el laberinto de la vida. El disfraz humano comienza a pensar en el tiempo acercade sí mismo, haciendo realidad el camino en el sentir de la palabra”.
La experiencia poética es producto del misterio, del asombro y extrañeza, de la curiosidady del sentimiento profundo al contemplar el “mundo de la vida”. La poesíaes la revelación que se sustenta en sí misma. El poeta – el principiante – expresa la creación con sentimiento en donde la palabra recobra su ser, su estado original.
El poeta purifica el lenguaje y devuelve la naturaleza original a la palabra.La poesía se vive y siente, se palpa. Es la expresión del yo reflejada en el rostro de la naturaleza. La Poesía es el estado rítmico del pensamiento – dice F. Pessoa –que con la musicalidad naturalista indaga por el misterio de sí mismo y del “otro” a través de sencillas y vibrantes opiniones que traducen la profundidad del ser. Através de la poesía el principiante comienza a existir y aprende a florecer en pensamiento con la significación trascendente. Por eso, pensar es comenzar a ser.
Finalmente, reflexionemos en el texto de Octavio Paz cuando afirma que “la poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Es la operación capaz de cambiar el mundo; la actividad poética es revolucionaria por excelencia; ejercicio espiritual y es liberación interior. La poesía revela este mundo, crea otro”.
Un poema de amor hace sentir y vibrar el silencio del alma en la voz clamorosa de la conciencia angustiada y pensativa por la soledad.
Una palabra gime y pide a gritos andar, volar hacia la majestuosa cima, expresión de libertad y luz de vida, batalladora pluma frente a la soledad.
El sino misterioso abraza temeroso el vacío humano, una palabra emerge del propio encanto, del clamor astuto de la sedienta musa.
La fuerza impetuosa y radiante surge del interior, un pensamiento amoroso cuestionael quehacer del solitario ser.
La danza del luchador en el silencio desborda en encuentro matutino, la risa solidaria transforma el espíritu del andariego participante de la imaginación.
El sol acaricia la frívola tez del soñador que escucha la viva voz del inocente niño, rueda viviente del sonreír.
Somos eternos vagabundos que miramos con extrañeza el sentido del amor y la esperanza en el juego del soñar en sí mismo.
&
El amor, la esperanza, la libertad... caminos encantados para despertar...
El agua es el elemento fundamental. El líquido es la fuente de la vida. El agua salió de la diosa madre de los hombres Y a ella regresó después de poblar la tierra Mediante su exuberante fecundidad.
Mito de Bachué
El pensamiento prefilosófico y literario de nuestros antepasados conlleva un desarrollo cultural que ha traspasado las fronteras en donde los intelectuales de hoy se sienten asombrados por su originalidad en el pensar y en el quehacer cotidiano. Las capacidades del aborigen son el fruto de la interacción con el mundo maravilloso, adoptándose a unas condiciones específicas. El hombre ya no vive en un mundo puramente físico sino que aprovecha su silencio para sentir el aroma de la vida y comenzar a justificar su presencia, danzando armónicamente en la búsqueda de sentido cósmico y antropológico.
Nuestros ingeniosos pobladores cantan a la naturaleza, admirando la belleza e ideando una purificación del espíritu. En la lucha por la subsistencia trabajan en la búsqueda de la propia identidad a través del mito , de lo maravilloso del saber. Sus expresiones manifiestan un claro conocimiento de su entorno, de sus necesidades. Por eso, “el hombre trata de ser aquello que lo asombra. Surge el ritmo al tratar de consonar con lo maravilloso. Surge la danza. Ya el danzante es aquello. Ya en él está la presencia. Es el Dios. El origen: árbol, río, bestia... y en los giros de la danza emerge el arquetipo que dará validez a los usos, a las costumbres. Surge la forma, la realidad ejemplar, la que justifica” .
Esta expresión primitiva y espontánea de la realidad tal como la percibe intuitivamente nuestro antepasado es el inicio de lo literario y de la prefilosofía. Él busca el fundamento de la quimera, encontrando modelos con los que se identifica y trata de comprender la realidad para seguir la dialéctica de lo natural.
La poesía indígena presenta una forma especial de cantar a la vida, a la naturaleza, a la creatividad. Los cantos prometen un conocimiento de búsqueda de los orígenes, de la relación al ‘Padre dios poderoso’ y de una esperanza del hombre a ‘crecer’ en unidad y armonía (Muiscas).
El poema de la creación de los indios ‘Koguis’ produce admiración por su concepción y profundidad. Lleno de imaginación, logra adentrarnos al conocimiento cosmológico de su tiempo. Los describe a ‘Aluna’, Madre del Agua – pensamiento o idea, memoria -. Los indios Huitotos siguen indagando por el primer principio. Su personaje es el ‘Padre, quien toca una quimera y la piensa para sí’. La cosmovisión tiene un carácter natural.Estos personajes crean y estructuran su cosmología desde sí mismos y para sí mismos. Ven el mundo lleno de posibilidades. En él buscan el sentido a su destino, dando cabida al asombro, a la danza, a la fiesta, al ritmo del amor. Su lenguaje no traiciona las referencias particulares de las destrezas intelectivas y definen con autenticidad el pensar y el cantar.
El mundo del mito, de la poesía es el medio por el que puede explicar y darse a conocer ese aborigen para ser acogido, respetando la fidelidad, su sentir lúdico.El indígena habla de un tiempo antiguo y a la vez de un tiempo mítico, que es necesario perpetuar y conocer. Pasado y presente se funden en un futuro interpretativo del destino histórico. De estos pequeños testimonios y experiencias poéticas y míticas, se deduce la fina sensibilidad de su espíritu, de su imaginación creadora, de su organización social, de su cosmovisión.
La cultura muisca forja el alma colombiana, alcanzando una conciencia de su condición humana, no comparable a animales u objetos. La valoración humana, tan esencial, se encuentra entre los mitos de Bachué y los Príncipes Creadores. El contexto cultural comprende elementos de la era matriarcal (Bachué). Su elemento vital es el agua, nacimiento, desarrollo y regreso, porque “del agua salió la diosa madre de los hombres y a ella regresó después de haber poblado la tierra mediante su exuberante fecundidad” .
La cosmovisión muisca tiene una elaboración intelectual de avanzada. El hombre tiene un origen divino y es una parte – por mínima – del mundo, que tiene sentido y pertenece a la totalidad. Su pensamiento guarda continuidad y armonía entre lo divino, natural y humano. Se da una ligazón que esclarece cada momento.
El ‘dios civilizador’ es un ser cercano y humano que pretende hacer original al hombre muisca en la toma de conciencia de su desarrollo cultural. Por eso, él no vive aislado. Está en constante interrelación económica, de comercio. De organización, de justicia y de división social.El desarrollo cultural es de fecunda creatividad; de ser prácticos en su organización familiar y política. Reciben de Bochica “leyes y modos de vida... Les dio los preceptos morales y religiosos... Les enseñó la solidaridad humana que consistía en ayudar a los necesitados, cuidar y atender a los ancianos, velar por los enfermos...” . Existe un compromiso y una tendencia de pensamiento humano, de no-violencia, de una especialización en el trabajo, de buscar superar las inclemencias climáticas y geográficas.
El sentido de justicia muisca tiene como fundamento la valoración humana – los hombres son descendientes de la divinidad -, la búsqueda del bien común – satisfacción de las necesidades -, el respeto y la obediencia, la convivencia social y la organización de vida familiar, social, religiosa... Con ello, “lo humano es el elemento predominante en toda su vida y que sobresale como preocupación constante. El aprecio por lo humano fue su máximo valor” .
El pensamiento muisca sorprende por su elaboración y estructura concatenada a un ‘Dios creador, trascendente’ y al valor del hombre que lucha en su comunidad humana por llegar a proyectarse en una vida más plena. Ahora bien, nuestra función es la de recuperar aquellos escritos olvidados que traen un pasado lejano y desconocida para incorporarlos a nuestro devenir histórico. La palabra debe recibir un nuevo aire y calor de significados más humanos. La palabra viene a ser el principio de aquellos textos que producen satisfacción en el encuentro y desencuentro del pensar a la luz de la Historia.
ni espera nada, ni tiene nada, no puede ser artista”.
Anton Chejov
La Literatura en su contexto busca encantar al hombre y prepararlo a la búsqueda del camino hacia el poema sinfónico, cuya tonalidad transmite significados a través de un texto. El conjunto de ideas al fluir en el entramado, proyecta una imagen que engrandece al espíritu y lo hace vivenciar el proceso histórico. La Literatura es la vida del espíritu que rompe la superficialidad cotidiana.
En la totalidad hay armonía, comprensión, sonoridad. De ahí que, la naturaleza maternal acaricia y extiende la mano a la evocación de la intimidad, a la creatividad. Una idea es la realización potencial del todo en su aventura cósmica por desarrollarse. La naturaleza es aquella madre amante de la sabiduría, amante de soñadores y encantadores a la luz de la palabra.
La Literatura es el campo abierto que ilumina cual tea a un “principiante” en el amanecer próximo de las palabras. El cultivo cotidiano comienza con la preparación del terreno textual. El terreno se torna pedregoso, al no trazar un derrotero o un camino ideal para arrancar las malezas u obstáculos que impiden el crecimiento y el desarrollo de la palabra en la producción literaria.
Al florecer el texto, comienza la emanación de nuevas situaciones análogas y paradójicas. Aquí, las palabras no son vacías en significación, sino que en ardorosa marcha triunfal germinan cual planta en átomos de vida cognitiva. El fruto de la “palabra” es la misma “palabra con sentido”. Por eso, la palabra es el fruto que hace reír, soñar, embellecer, laborar, inteligir, investigar, creer, conocer, cultivar...
La Literatura es el agua de vida en la palabra. El escritor – el principiante – es el mago de la palabra. En el teatro vivencial es el encargado de maravillar, encantar y asombrar al espectador con tan gran “don”. Es como aquel jugador de ajedrez que en franca lid posibilita el éxito de la palabra. Por eso, en esa escenificación, los personajes se tornan reales o ideales en el camino de la felicidad.
La Literatura es el sendero de la imaginación perenne que en constante reflexión llega “a una razón” lógica y a vislumbrar una simbología. Como campo de reflexión presento un texto de Arthur Rimbaud, titulado:
A una razón
“Un golpe de tu dedo sobre el tambor descarga todos los sonidos y da comienzo a la nueva armonía. Un paso tuyo es el alzamiento de los nuevos hombres y su puesta en marcha. ¡Tu cabeza se aparta: el nuevo amor! ¡Tu cabeza se vuelve: el nuevo amor! “Cambia nuestras suertes, acribilla las plagas, comenzando por el tiempo”, te cantan esos niños. “Eleva hasta donde sea la sustancia de nuestras fortunas y de nuestros deseos”, te ruega. Llegada desde siempre, te irás por todas partes”.
La Literatura es el camino constante que genera “cultura”. Para quienes se van y para los luchadores del éxito, la Literatura es la sabia que recorre las venas del cosmos en la búsqueda de “alguien” que posibilite un “quehacer vivencial”.
La Literatura es la máquina viajera y transformadora de insignes ilusiones humanas en la búsqueda de sí mismo. Es aquella lluvia que riega el espíritu con un sinfín de contextos. La invitación está en identificar el contenido y transmitirlo a generaciones futuras. Por eso, “el partir es un dejar de ser para comenzar a ser”. Salgamos al encuentro de la palabra, expresada en la Literatura a través de la lectura.
El camino está cercano, exaltando el laberinto de la vida. Por eso, Arturo Roa Bastos dice que “... La tarea del lector es hacer que el texto no escrito se escriba en su interioridad, se proyecte en la pantalla de su intimidad, en la cámara oscura de sus sentimientos, ideas, obsesiones, recuerdos, olvidos”.
El poetizar arturiano significa vivir la cotidianidad en la dimensión humana; es aprender a visualizar y a sentir las cosas tal como son; es comprender el Ser en su constante acontecer, cargándolo de realidad; poetizar es aprender a escuchar el silencio que habla en cada cultura; es el camino de expresión de nuestra existencia en la búsqueda del llegar-a-ser a través de la palabra porque “su aroma nos circunda… y modelamos con la mano fina o tosca…”. El hombre es el artesano y forjador de construcciones imaginarias.
El silencio habla y nos circunda a la luz de la creatividad, “con el fuego de la sangre y la suavidad de la piel…”. La palabra es omnipresente al ser humano y deviene significados; es un fuego abrazador y sensibilizador que irradia sentidos en el imaginario íntimo del poeta. El silencio nos ayuda a interrogar el mundo en el que vivimos, conociéndole, apalabrándole. La palabra nos llega con su presencia eterna. La esencia del hombre consiste en apalabrarse con la realidad de la vida, buscando su ser, sus sentidos.
El hombre es “Palabra”; la palabra es el lenguaje con sentido de expresión personal a la luz del diálogo vivencial, es “palabra omnipresente con nosotros desde el alba”. La palabra está ahí – en el agua oscura del sueño - esperando a un soñador para monologar o dialogar acerca del quehacer mismo. La palabra interroga y silencia al hombre, dejándolo perplejo y anonadado, en “retazos de recuerdos / de espantos…”. La palabra intercepta al hombre con sus silencios, haciéndolo crecer en el juego mágico a la luz de la poesía.
La palabra en sí misma es silencio y guarda silencio. El silencio interroga al hombre, haciéndolo un espejo de su cotidianidad para llegar-a-ser lo que es en su construcción dialógica a través de la palabra, porque “en ella nos miramos / para saber quiénes somos…”. La palabra es el profundo espejo. La angustia existencial surge de repente porque nos distanciamos de la esfera social que “refleja / nuestro yo / nuestra tribu”...
La palabra se ofrece como iniciación y como término, “va con nosotros”. La palabra es un río que fluye sentido y encierra una profunda reflexión acerca de la experiencia soñadora que es la poesía. La ilusión encarna “alegría y angustia”; el trascender es una perenne tarea que nos obliga a mirar el espejo de la vida en la poesía. El hombre tiene que aprender a escuchar y a sentir la voz del silencio para encontrarse a sí mismo en la palabra, que es un espejo esclarecedor y polisemia vital que fluye y se transforma en poesía.
La palabra es la esencia de un discurso, de un texto, de un escrito, de una poesía. En todo contexto existe un significado y un significante que referencia “algo”. Toda palabra posibilita, engendra un pensamiento. Nada es insignificante. Todo guarda un esquema mental y un contacto con el hombre y con la historia. El hombre es un ser histórico.
La palabra no es ajena al ser histórico, sino que está ligada a lo más íntimo de los sueños, triunfos y luchas cotidianas por hacer al mundo inteligible. La palabra es el verdadero vehículo de la comunicación e interacción con Dios, con la naturaleza, con el “otro” y consigo mismo.
La palabra es el portafolio del entendimiento en la construcción de un mundo lleno de utopías. Por eso, es bueno presentar a José Saramago, en el hecho de que “ las palabras aconsejan, sugieren, insinúan, imponen, segregan, eliminan. El mundo gira sobre palabras lubricadas con aceite de paciencia. Los cerebros están llenos de palabras que viven en paz y armonía con sus contrarias y enemigas”.
Hablar resulta algo más que “construir” oraciones. Es hilvanar las ideas en la construcción del edificio discursivo. La profundidad se alcanza cuando el intérprete se aproxima al contexto y significado de las palabras. Todo texto merece una comprensión e interpretación. Por tanto, en la interpretación del texto, es necesario diferenciar la idea y el sentido oculto de la palabra. El contexto y la intención del escritor es la vida del escrito.
El escrito es la vida del escritor. Es el espejo de las vivencias: sentimientos, pasiones, temores, fantasmas... que gracias a la palabra se hace “realidad” y descubre la esencia del ser existencial. Por eso, dice Saramago, “la palabra es la hierba fresca y verde que cubre los dientes del pantano. La palabra no muestra. La palabra disfraza”.
Las palabras constituyen en el lenguaje el puente que se tiende entre los hombres para lograr una comprensión vital e interpretación en el contexto sociocultural.
La poesía en Aurelio Arturo es el reflejo de la vida, de la cotidianidad. La poesía es aprender a caminar con el sentido de las palabras. Es la visión del cosmos de un niño que está aprendiendo a soñar, a imaginar y a construir su edificio personal. Las imágenes soñadas son aquellas brisas leves que van dejando huella en la mente del infante.
La palabra es una canción que genera sentido y vibra musicalmente en el aletear imaginativo de nuestro quehacer en el aula interna y externa. La palabra posibilita entender las notas melodiosas del arpa de la naturaleza y la voz del silencio. El silencio habla y se deja cuestionar a sí mismo. El silencio es auto-reflexión.
El silencio es el camino reflexivo que interroga nuestro ser en trascendencia, es decir, el pensar en nuestro futuro. El silencio es el momento que nos permite indagar por nuestra realidad juvenil. El silencio es el verdadero amigo de concentración específica en el que escuchamos la voz interior - de nuestra conciencia -, una voz interior que nos impulsa a generar un cambio de actitud en nuestro quehacer cotidiano.
El silencio habla y genera ideas que descienden y posibilitan una salida a nuestra inquietante superficialidad. ¡Qué brillante idea! –nos dicen-. Sí, somos pajarillos que jugamos, reímos, cantamos, pensamos. Las ideas que brotan de nuestra mente nos hacen “estremecer en el sueño” generador y esclarecedor de nuevos significados. ¡Qué hermoso símil nos presenta Aurelio Arturo, el poeta!
El niño soñador vive en un presente eterno, “y subía a las montañas y a la nieve lunar de las montañas”. El niño vive fuera de sí – ideando - “un relato de magnificencia y catástrofes”, de novedades y riquezas en ese trajinar los caminos de la vida. El encanto de su visión inocente, temprana y carismática deja perplejo al adulto. La riqueza expresada en sus sueños contrasta con nuestro caminar cansino.
El niño es el personaje protagónico de la evidencia natural, el que despierta y ve el alba que lo conduce al encuentro de sí mismo, con un solemne cortejo de ideas.