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domingo, 2 de agosto de 2009

EN LA MAR...



Desperté con la silenciosa Mar, su brisa

me asía contra su pecho irreverente y chispeante.

El ilimitado azul extendió su profundidad,

se me invitaba a pensar con la energía

que brotaba del corazón salino…

En la lejanía, una montaña de vida yacía,

llamándome a escalar en fantasía...

Una luz encegueció mis ojos, y mi cuerpo

pareció perder vitalidad al instante…

A bordo de un extraño y viejo navío,

sentí el abrazo de la brisa sibilante...

Una ola musical extendió su brazo,

acarició la frágil máscara solitaria, que

adormilada en la proa de la vida estaba…

Una gota de agua calmó la sed del indefenso y

los pensamientos iniciaron su viaje en escala…

Una sílaba cupular estremeció el lecho absorbente,

vislumbrando el horizonte solar, cuyo círculo

imaginario iluminó la mente cansada

en aquel oasis de eternidad y vida...

El melancólico crujir naviero

giró ondulante al éter vivencial,

una luciérnaga imaginaria visitó al viajero,

estremecido por la furia de las aguas

y un suave viento reconcilió la estadía…

Una voz impetuosa castigó

al osado náufrago a regresar

a la vida crepuscular, camino de vida,

al escuchar la voz del silencio,

guía del viaje nocturnal.

Por Luis I. Rodríguez

lunes, 18 de mayo de 2009

UNA GOTA DE AGUA




Por un instante, sentí un vacío

al observar el infinito,

el horizonte danzaba

peligrosamente.


¿Quién iba a pensar

en una perspectiva,

en un momento tormentoso?


¿Cómo una gota de agua

iba a despeñarse

como una ráfaga de fuego en

la oscuridad existencial,

al son de un torbellino de olas?


¿Cómo no pensar en nuestro ser?

Y las ondas permanecían ahí,

al son del vals de las mariposas...


Una gran ola arrasó al principiante y

la playa recibió su dolorido cuerpo...

Por Luis I. Rodríguez