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lunes, 1 de noviembre de 2010

EN LA PLAYA

playa Colombia el principal destino del mundo


En la playa de ilusoria visión
corre un aire amoroso,
tu cuerpo danza con el viento
la mente trabaja el poema.

El viento busca la miel
de tus sonrientes labios,
la arena blanca acaricia
lo fértil de tu piel bronceada.

Tu piel es el aroma encantado
de una abeja en el panal,
el agua cristalina de la mar
circunda tu cuerpo dibujado.

A un ritmo encadenado,
las olas alucinan los ojos
de la juventud con el efímero
paso de los pensamientos.

Aguas penetrantes
de armonía y lucidez,
en la blanca arena del alma
escucho el deleite de tu ser.


Por Luis I. Rodríguez

sábado, 14 de noviembre de 2009

ERES UN ENCANTO...


Pensando,
caminando, sintiendo
muy dentro de la piel,
más allá de los pensamientos,
más allá de los sentimientos,
más allá de los sueños,
la ideación constructora
del alma silenciosa formando
mi entendimiento de vivencias:

¡allí conservo tu recuerdo,
allí guardo tus besos sonrientes,
tu misterio, tu ser!

Eres un encanto...
¿Eres tú quien llamaba a la puerta?
Y la sombra siguió su destino...

Por Luis I. Rodríguez

jueves, 30 de julio de 2009

LLUVIA SILENCIOSA



La lluvia silenciosa se refleja en mi espejo
y corre presurosa en la límpida piel,
cae misteriosa y sigilosa con la brisa
en los bosques del alma entristecida
como aquella espuma del cristal
decidida a limpiar el interior
de un fugitivo manantial humano que
lamenta el idilio natural en
las rupestres paredes del silencio...

Parece despertar al indefenso y pensativo
en el río caudaloso de la tristeza,
un grito retumba en la noche borrascosa
llamando un pensamiento fugaz,
los pájaros volaron de los árboles,
silenciosos y asustados...

Y el espíritu escucha la voz
del silencio con nubarrones de agonía.

Se pregunta aquel absorto peregrino
de la noche por la luz en la penumbra
y un frío recorre el cuerpo húmedo
del espíritu de la naturaleza
en la vivacidad armoniosa
de la floración de un sentimiento...

La brisa danza un torbellino de ilusión
al vaivén de la serena noche, un manjar de vida...

Por Luis I. Rodríguez