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sábado, 6 de febrero de 2010

NUBARRONES DEL ALMA


Nubarrones sedientos de formas en el cielo
anunciando vida en la transformación del ser,
alegran el espíritu aventurero con la brisa
tranquila al amanecer o al anochecer.

Acariciando
tu sonrisa, alentando tu pensar
desde lo profundo como la lupa hambrienta
deseosa de descubrir el encanto de una gota
de agua moribunda en las espinas del alma.

Nubarrones enamorados del esplendoroso espacio,
caminan armónicos al son de una canción de amor,
sus notas se balancean como danzarinas
al encuentro del humano encantador.

Vientos danzantes de la armonía interior,
en el espacio el sonido del silencio se escucha
indagando por la desidia humana.
A lo lejos, un estruendo hace temblar el alma.

Una luz se abre camino, proyectando sus rayos
al atardecer, tu pensar se interrumpe un momento,
los sueños temblorosos agitan su vientre
mordisqueando la brisa sigilosa al caer.

¡Oh rayos misteriosos en el firmamento!
¿Cuál es tu revelación sonora entre tambores?

Los tambores retumban en el corazón humano.
La naturaleza sedienta espera un grito de libertad.

Nubarrones de tristeza y alegría, caminantes al anochecer,
una tempestad cae diametral al corazón angustiado
escuchando la vibración de la lluvia golpeante
que cae sobre la piedra humana.

Impaciente observo la tristeza del alma,
las gotas de lluvia generan pensamientos,
gestores de vida al amanecer,
una gota de agua despierta al caminante.


Por Luis I. Rodríguez

lunes, 19 de octubre de 2009

LA DIFERENCIA HUMANA



En la oscura noche,
la angustia de los dioses
retumba en el ambiente
con sollozos de rayos
emanados
cual energía diabólica.
Una figura absorbente
penetra en la tierra;
los árboles humanos
ondean
y mecen
sus hojas impotentes

ante la fuerza natural.

Y la sonrisa ahonda

la llamarada de alegría

al ver traspasar el horizonte;

una nube obscura circunda
nuestro frondoso árbol.

Las ramas se agitan y
las hojas
caen como piedras,
revotando
cual cristales
de pensamientos
sin razón,
colocando al descubierto

una nueva ideación.
Tempestad de vida,

tempestad de sentido,
luz energizante del árbol

que danza al son de la brisa

en el nocturnal palacio natural,
un grito clama en la profundidad,
una leve lluvia acaricia las ramas,
una hoja levanta el vuelo
del nido
cual sonrisa femenina
encantada que
alegra el silencio
con preguntas sin razón

en el tortuoso camino
de la diferencia humana.

Árbol de vida,
ramas de sentido,
hojas de pensamientos

en la oscilación,
la diferencia
humana.

Por Luis I. Rodríguez

domingo, 6 de septiembre de 2009

¡NATURALEZA Y SILENCIO!



¡Naturaleza y vida!
¡Naturaleza y silencio!
La armonía está dentro,
la alegría se comparte,
la brisa sacude el polvo
de una hoja vagabunda.
El viento mueve la hojarasca,
su melodía recuerda una canción
de cuna al amanecer.
El sol con sus penetrantes
rayos calienta la soledad
y el agua derrama su
esencia de vida cual
sonriente vigor que penetra
la tierra sedienta de compañía
para embellecer con aroma
el ambiente natural de ensoñación.
Un canal de vida se abre paso,
chocando con la hojarasca deshecha,
una tierna hoja lucha oscilante
junto a sus amigas de faena que
envidiosas de tanta belleza tratan
de cerrar el camino victorioso
de la tierna vida que angustiada
aleja los obstáculos rocosos.
Los mil trozos de soledad
son las rocas humanas que
anhelan quebrar la embarcación
personal cual tempestad
en un mundo superficial donde
la apariencia arrulla la mar
con una voz melancólica
de incertidumbre y oscuridad.
¡Qué contaminado está el mundo!
¡Qué tristeza hay en la humanidad!
¡Naturaleza y silencio,
risas fingidas al atardecer!
La brisa bate iracunda las hojas
del desencanto humano que
extingue su verdor esperanza
de una vida, luz infinita
de la razón...
¡Qué tristeza hay en la humanidad!
¡Qué lejos está la razón!

Por Luis I. Rodríguez