Estás presente pero tan ausente.
Te toco y no sientes mi razón,
te hablo y desconoces el sentido.
Pregunto a la luna y contestan sus vivaces rayos.
Pregunto a la Mar con sus ondulaciones y
responde un silencio olor marino.
Pregunto a las flores imaginarias y
responde un suave olor a polen de fantasía.
Pregunto a las ráfagas de viento que
refrescan el ambiente celestial,
responde una brisa de pensamientos
con la serenidad de un principiante.
Pregunto a los arreboles impacientes y
responde el profundo azul de vida.
Un recuerdo de ojos azules zafiros,
cristalinos como el agua, en el manantial.
Pregunto al incandescente fuego que
con sus rayos transforman el espíritu humano
en alegorías vivientes de inteligibles llamas,
el encanto del saber.
Pregunto al más interesado ser
por el sentido del crepúsculo de amor,
incertidumbre y temor reina en el humano
al responder la angustia existencial.
Por Luis I. Rodríguez
Te toco y no sientes mi razón,
te hablo y desconoces el sentido.
Pregunto a la luna y contestan sus vivaces rayos.
Pregunto a la Mar con sus ondulaciones y
responde un silencio olor marino.
Pregunto a las flores imaginarias y
responde un suave olor a polen de fantasía.
Pregunto a las ráfagas de viento que
refrescan el ambiente celestial,
responde una brisa de pensamientos
con la serenidad de un principiante.
Pregunto a los arreboles impacientes y
responde el profundo azul de vida.
Un recuerdo de ojos azules zafiros,
cristalinos como el agua, en el manantial.
Pregunto al incandescente fuego que
con sus rayos transforman el espíritu humano
en alegorías vivientes de inteligibles llamas,
el encanto del saber.
Pregunto al más interesado ser
por el sentido del crepúsculo de amor,
incertidumbre y temor reina en el humano
al responder la angustia existencial.
Por Luis I. Rodríguez
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