Flor valerosa y radiante que en su lecho
danzas al vaivén del viento ensoñador.
Eres la reina fragante de las reinas,
límpida y orgullosa siempre estás.
Con tu cuerpo de amor y de pureza,
muestra la majestuosidad multicolor
de un corazón en perfección.
Levantas sus pétalos al infinito y esparces
el perfume embriagador que hace
perder la razón al ilustre soñador.
Con tu ternura y sensibilidad
adormeces con el néctar al mortal
en la sinrazón del existir,
camino de libertad.
Con tus rayos victoriosos penetras
el mundo hádico de nuestro ser,
con un espectro del hálito de amor
resuenas en el camino de la razón.
En la penumbra tu mirada fija e imponente
clama por el asombro y la admiración,
expandes tu sonrisa al mundo
en la búsqueda de paz y amor.
¡Orquídea, belleza de amor,
luz en la imaginación!
Por Luis I. Rodríguez
danzas al vaivén del viento ensoñador.
Eres la reina fragante de las reinas,
límpida y orgullosa siempre estás.
Con tu cuerpo de amor y de pureza,
muestra la majestuosidad multicolor
de un corazón en perfección.
Levantas sus pétalos al infinito y esparces
el perfume embriagador que hace
perder la razón al ilustre soñador.
Con tu ternura y sensibilidad
adormeces con el néctar al mortal
en la sinrazón del existir,
camino de libertad.
Con tus rayos victoriosos penetras
el mundo hádico de nuestro ser,
con un espectro del hálito de amor
resuenas en el camino de la razón.
En la penumbra tu mirada fija e imponente
clama por el asombro y la admiración,
expandes tu sonrisa al mundo
en la búsqueda de paz y amor.
¡Orquídea, belleza de amor,
luz en la imaginación!
Por Luis I. Rodríguez
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