miércoles, 7 de abril de 2010

ESPÍRITU VAGABUNDO



Escuché en la noche callada el gemido

de un espíritu vagabundo,
el lamento penetró en la profundidad
de un misterio que nunca descubrí.

El misterio ahogó el pensamiento.
El huerto lloró la angustia,
las hojas verdes cedieron su esencia,
los frutos de vida cayeron como piedras.

¿Qué misterio soñé?
¿Qué ilusión advertí?
La soledad del huerto transformó
el corazón del roble ansioso.

Escuché la noche callada,
la brisa aleteaba como espíritu,
levanté los brazos a la inmensidad,
sentí tu presencia en amor fluyendo.

Caminé hasta la montaña sagrada,
canté himnos de alegría al amor,
escuché tu voz en lontananza
contando las estrellas viajeras en flor.


Por Luis I. Rodríguez


1 comentario:

  1. Triunfal entrada adornada de bellas palabras, el fruto que me dio vida traspasó esa inmensidad, ahora yace entre esos himnos de amor y alegría para siempre. Acalló su voz y su corazón. Descansa en ese viaje que a todos nos espera.

    Un abrazo amigo.

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