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domingo, 9 de mayo de 2010

MADRE, ESPERANZA DE LIBERTAD


Tu ternura hace brotar amor,
siembras los valores en la existencia.
Tu candor es vida
de trascendencia.
Tu camino es limpio como el agua,

manantial de vida dialogal.
Tu riqueza espiritual genera pensamientos
constructores de edificios de amor.

Tu presencia fortalece el espíritu soñador,
producto del amor.
Tu belleza irradia energía en el manantial,
perfume de esperanza de libertad...

Por Luis I. Rodríguez

jueves, 11 de febrero de 2010

LÁGRIMAS POÉTICAS


Una palabra viajó por la mente,
un poema se hizo a la mar interna
en una hoja quise plasmar las huellas,
la arena se esconde en el pensamiento.

El espejo del alma yace ahí;
la sombra del sauce dibuja los sueños
fantasiosos de un verso que carcome
la piel cansada con lágrimas poéticas.

Las ramas del sauce ondearon sus misterios,
con el viento emigraron los pájaros;
las gotas de lluvia crecieron en el mirador
golpeando la puerta del alma sedienta de amor.

El soñador introdujo los versos tristes
del alma sedienta de fantasías;
las alas perdieron la fuerza interna
de la imagen de la libertad.

El hombre luchaba por alcanzar la luz.
La esclavitud lo amarraba a la caverna;
la ignorancia lo condujo al laberinto
lleno de caminos sin un amanecer.

El hombre cerró los ojos al instante.
El pensamiento se deslizó angustiado
solicitando una respuesta creadora;
el poema se hizo cómplice del amor.

El soñador abrió su mente fantasiosa.
Los versos engendraron alas para volar
cual águila inspiradora de belleza angelical.
Los pensamientos proyectaron imágenes de vida.


Por Luis I. Rodríguez

jueves, 16 de julio de 2009

RELÁMPAGO DE AMOR...




En silencio observé una figura resplandeciente...
En la colina estuvo jadeando un pensamiento,
más allá del horizonte visualicé un relámpago
de amor cuyas venas recorrían el firmamento;
mi cuerpo se sintió inseguro y adolorido.
Y aquella energía corría en ráfagas, cuyas preguntas
indagaban por el valor de la existencia
en los espacios ilimitados de una sedienta voz
que clamaba amor, libertad, seguridad
en aquel abismo de inseguridad.
Y el silencio escuchaba los lamentos humanos
en profunda quietud al natural sonoro...
Los rayos abrumaban al humilde soñador.
Y la naturaleza sonreía al ver la tristeza humana,
la impotencia de aquel mendigante
que un día destruyó su ser...
Y los silbidos del viento acariciaban los instantes
en la oscuridad mental de aquella voz pausada
en las estaciones muertas que impedían ver
la esencia radiante de todo ser...
Y la calma subyugó lo eterno en todo
lo espaciotemporal, dando rienda
al encuentro con mis pensamientos,
despertando el silencio del alma
en el aposento del filosófico quehacer...
Y la ráfaga alcanzó mi ser
en la profundidad sonora de aquel
inmenso amor en el silencio de la noche...

Por Luis I. Rodríguez

miércoles, 29 de abril de 2009

LA POESÍA EN AURELIO ARTURO


La poesía en Aurelio Arturo es el reflejo de la vida, de la cotidianidad. La poesía es aprender a caminar con el sentido de las palabras. Es la visión del cosmos de un niño que está aprendiendo a soñar, a imaginar y a construir su edificio personal. Las imágenes soñadas son aquellas brisas leves que van dejando huella en la mente del infante.

La palabra es una canción que genera sentido y vibra musicalmente en el aletear imaginativo de nuestro quehacer en el aula interna y externa. La palabra posibilita entender las notas melodiosas del arpa de la naturaleza y la voz del silencio. El silencio habla y se deja cuestionar a sí mismo. El silencio es auto-reflexión.

El silencio es el camino reflexivo que interroga nuestro ser en trascendencia, es decir, el pensar en nuestro futuro. El silencio es el momento que nos permite indagar por nuestra realidad juvenil. El silencio es el verdadero amigo de concentración específica en el que escuchamos la voz interior - de nuestra conciencia -, una voz interior que nos impulsa a generar un cambio de actitud en nuestro quehacer cotidiano.

El silencio habla y genera ideas que descienden y posibilitan una salida a nuestra inquietante superficialidad. ¡Qué brillante idea! –nos dicen-. Sí, somos pajarillos que jugamos, reímos, cantamos, pensamos. Las ideas que brotan de nuestra mente nos hacen “estremecer en el sueño” generador y esclarecedor de nuevos significados. ¡Qué hermoso símil nos presenta Aurelio Arturo, el poeta!

El niño soñador vive en un presente eterno, “y subía a las montañas y a la nieve lunar de las montañas”. El niño vive fuera de sí – ideando - “un relato de magnificencia y catástrofes”, de novedades y riquezas en ese trajinar los caminos de la vida. El encanto de su visión inocente, temprana y carismática deja perplejo al adulto. La riqueza expresada en sus sueños contrasta con nuestro caminar cansino.

El niño es el personaje protagónico de la evidencia natural, el que despierta y ve el alba que lo conduce al encuentro de sí mismo, con un solemne cortejo de ideas.

Por Luis I. Rodríguez