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sábado, 25 de diciembre de 2010

ANSIEDAD



El águila planea en el firmamento azul
grisáceo invitando a seguir su danza.

Las extensas alas transforman anhelantes
diamantes desprendidos en pensamientos.

El espíritu inquieto y aventurero está
buscando nuevos horizontes de vida.

Los fuertes rayos del sol penetran
la ansiedad de su interior.

Un oasis de encuentro vivencial
refleja el poder de la imagen plena.

El caminante está anhelante en el césped
esperando ser el espejo de vida.

El viento silencioso levanta sus brazos
anunciando el vuelo de libertad.



Por Luis I. Rodríguez

miércoles, 7 de julio de 2010

GOTAS DE TU AMOR


¡Una gota de rocío refresca mi alma!

El calor abrazador desencadena angustia,
los labios ardientes ansían beber
del tazón de tu cuerpo, el dulce amor.

¡Oh, tu piel bronceada trae los perfumes de vida!
Una copa de vino está cubierto de nostalgia,
se embriagan mil besos en tu sonrisa,
duermen mis sueños en tu manantial.

Las gotas de la noche corren por tus venas,
la lluvia de verano calma tu ansiedad,
una brisa ligera sofoca tu locura corporal,
la tierna figura sonríe al atardecer.

Las románticas noches de verano despiertan
los pensamientos de luna cual rayos hambrientos.
Los cristales de cuarzo pulidos y adornados
recorren tu figura esbelta con ternura.

¡Una gota de rocío refresca mi alma!

Mi alma flamea en el manantial.
Tu sombra sigue vigilante de pasión
entre los diáfanos jardines de Amor.

¡Oh, tu piel bronceada trae los perfumes de vida!
Gotas de la noche, efluvios de amor que
recorren presurosos el aroma de rosales
en el profundo misterio de tu Amor.

Por Luis I. Rodríguez


lunes, 18 de enero de 2010

MI VIEJO CARNAVAL



... Y fue al atardecer, principio del mes de Enero. Las fiestas del carnaval transcurrían y el pueblo esperaba con ansiedad la diversión.

¡Qué hermoso espectáculo! Los campesinos corrían sedientos hacia el corral. La música de acordeones y de cuerda animaba y fortalecía el espíritu humano. La sed de ser el mejor estremeció al inquieto visitante. Las danzas abrieron plaza presurosas. Las camisas multicolores transmitían la alegría del campesino.

Una polvareda se notó en el camino. Un torbellino elevó su espiral hacia el firmamento. Los niños y las mujeres gritaban de alegría. Alguien saltó al ruedo. Una sonora ovación se escuchó en el fondo de la pequeña plaza. La osadía del hombre estremeció al más valiente. El capote era la camisa multicolor y el animal corría presuroso, quizá estaba asustado.

Un extenso pase de pecho alivió a la muchedumbre y un olé se escuchó en los tendidos. Los gritos animaban a los músicos, que hicieron retumbar sus instrumentos. Se escuchó un hermoso paso-doble de antaño. La muchedumbre reía y lloraba... Los comentarios no se hicieron esperar.

La música acompañaba la faena multicolor. La brisa campesina de alegría animaba la batalla sin igual. Un afarolado abanicó la faena. El desplante no se hizo esperar. La multitud coreaba el valor del matador.

Un paso tras otro penetró en la arena. Las huellas fueron testigo fiel de aquel soberbio toque de pitón a pitón. Extendí la mano y acaricié las astas. Sentí miedo, un frío corrió por mi cuerpo.

Me estoy quedando solo en mi viejo carnaval, oyendo la música de esperanza en mi soledad.

Por Luis I. Rodríguez

martes, 10 de noviembre de 2009

LA CONCHA



La concha vacía trae consigo
la ansiedad en su interior,
el viento transforma su ser
en el eco de la profundidad.

La concha conlleva una dialéctica
de lo grande y de lo pequeño,
del hecho de ser libre y
el sentido de esclavitud.

Un ícono de vida está
como refugio en cristal,
sus sones transportan melodías
al eco de la penumbra.

La concha guarda un misterio
de complejo miedo y curiosidad,
el asombro resuena en el interior,
un signo de libertad se prepara al amanecer.

La dialéctica se encarna
en lo oculto y en lo manifiesto,
el ser prepara su manifestación
en torbellinos de su intimidad.

Por Luis I. Rodríguez

viernes, 28 de agosto de 2009

LA ANGUSTIA DESCANSA PLÁCIDA...



Caminaba en un paraje desértico y abrupto
cuando escuché un eco de tu voz...

Angustiado observé el horizonte,
una sombra se alejaba al atardecer...

Presurosamente traté de gritar,
un nudo impedió el llamado desesperado...

Levanté los pesados brazos clamando y
una brisa gélida detuvo el caminar...

Las manos anhelantes desearon una rosa,
aroma estremecedor, antorcha del vivir...

La soledad enmudeció los pensamientos
y el silencio ahogó la imaginación...

Un viento despertó la imagen sonora de aquella
canción de niño, ilusión de verde esperanza...

Mi cuerpo estaba petrificado,
temblando de fatiga y ansiedad...

La mirada perdida en el entorno, cuando
la noche tendió sus rayos color seda...

La penumbra extendió sus brazos y
la llanura desolada acogió el silencio del humano...

&

La angustia descansa plácida en la gruta de la montaña...

Por Luis I. Rodríguez

sábado, 15 de agosto de 2009

LA ANGUSTIA DESCANSA PLÁCIDA...


Caminaba en un paraje desértico y abrupto
cuando escuché un eco de tu voz.

Angustiado observé el horizonte,
una sombra se alejaba al atardecer.

Presurosamente traté de gritar,
un nudo impedió el llamado desesperado.

Levanté los pesados brazos clamando y
una brisa gélida detuvo el caminar.

Las manos anhelantes desearon una rosa,
aroma estremecedor, antorcha del vivir.

La soledad enmudeció los pensamientos
y el silencio ahogó la imaginación.

Un viento despertó la imagen sonora de aquella
canción de niño, ilusión de verde esperanza.

Mi cuerpo estaba petrificado,
temblando de fatiga y ansiedad.

La mirada perdida en el entorno, cuando
la noche tendió sus rayos color seda.

La penumbra extendió sus brazos y
la llanura desolada acogió el silencio del humano.

&

La angustia descansa plácida en la gruta de la montaña...

Por Luis I. Rodríguez


martes, 14 de julio de 2009

EL LIRIO ENCANTADO...



Un encanto de la naturaleza se ríe en proyección
humana, figurando el amor universal
de una radiante relación perdida.
Un reflejo acaricia la superficie de un aroma
vivo que encontré en el alma,
déjame mostrar el lirio sustancial
en potente fuerza de vida a la luz
de unos versos con andar incierto,
cuya fragancia cultiva una razón: el amor.
Tu ropa de infinita pureza llama
al inquieto viento oculto en la mar,
ondulando el aroma del amor airado
en la viva voz de la belleza, canta
un pétalo elevando sus brazos a
la inmensidad para absorber la energía
de aquella lámpara encendida,
la verdad, la vida en profundidad sonríe.
Tu reflejo fue mi espejo de vida,
tu pureza mi ilusión que vertió mi ansiedad
en la fragancia del exquisito almíbar
que trasciende la penumbra en intensidad
del vestido blanco, de los años embriagados
al amor sereno, que abrieron y suspiraron,
los años victoriosos cual pétalos en vida,
dando lo mejor de sí y dejando huella
en la mirada del náufrago que quiso
alcanzar y llevar consigo la fragancia
del lirio encantado en espíritu de miel,
en el vaso frágil de su inquieta alma...

Por Luis I. Rodríguez

sábado, 11 de julio de 2009

ANSIEDAD DE MI SER...




Mi pensamiento se reflejó en una constelación,
mis brazos frágiles sostenían una ilusión.
Las estrellas brillaban y me consolaban...

Mi pensamiento andariego se estatizó,
mi cuerpo parecía una pluma en el aire,
sentí tristeza al verme vacío...

Mi mirada se perdió en lo espacial,
las estrellas parecían danzar en resplandor,
al instante floté ruidoso como la hojarasca...

Mi ilusión se desvaneció y caí petrificado,
sentí angustia al estar destrozado,
añoré al instante tus dulces besos y caricias...

Mi esperanza se sintió fortalecida por un momento;
tu mirada penetrante transformó mis pensamientos,
el sol calentó mi transparente ser...

Mi amor ardía cual fuego devorador de la naturaleza,
las cenizas coloreaban tu sonriente figura,
mis manos deambulaban por tu ondulado cuerpo...

Mi construcción buscó una explicación sucinta,
el valioso hecho de tener tu presencia
proyectó una fortalecida imagen vivencial del ser...

Mi sentimiento se abrazó al tuyo,
mis manos se deslizaban en tu figura,
tu imagen penetró en mi ser...

Mis palabras se esfumaron al amanecer,
la brisa trajo un olor a tu cuerpo natural,
un rayo de sol despertó la ansiedad de mi ser...

Por Luis I. Rodríguez